La desconocida Oración en el Huerto de Botticelli de la Capilla Real de Granada
Escondido en una recóndita sala de la Capilla Real de Granada, panteón actual de los Reyes Católicos, podemos encontrar un pequeño cuadro del magnífico pintor renacentista
¹Sandro Botticelli,
que representa a Jesús orando en el huerto de Getsemaní, mientras recibe el cáliz -¿Santo Grial?- amargo de manos de un ángel.
El cuadro, de 53 x 35 centímetros, fue un encargo de la reina
Isabel de Castilla al artista florentino, con el objeto de decorar el lugar que debía servir de mausoleo para sus restos mortales, y que, curiosamente, originalmente no era la citada Capilla Real.
¹Sandro Botticelli: Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi, apodado Sandro Botticelli (Florencia, 1 de marzo de 14451-Florencia, 17 de mayo de 1510), fue un pintor del Quattrocento italiano. Pertenece, a su vez, a la tercera generación cuatrocentista, encabezada por Lorenzo de Médici el Magnífico y Angelo Poliziano.
Oración en el Huerto
Sandro Botticelli
Efectivamente, antes de morir, la reina Isabel mandó ser amortajada con el hábito franciscano, y enterrada en un lugar poco acorde con tan alta dignidad, el austero
oratorio del convento de San Francisco de la Alhambra, el primer monasterio que se funda en Granada tras la reconquista cristiana. Ese lugar fue con anterioridad un recinto funerario, el qubba de un palacio nazarí que integraba el complejo palatino. Curiosamente, este lugar equivaldría a la estrella ζ-Ofiuco dentro de la alineación de la Alhambra con la constelación de Ofiuco, o Serpentario.
Volviendo al cuadro, podemos apreciar bastantes detalles simbólicos que, a primera vista, podrían pasar desapercibidos. El primero es que el lugar donde Jesús está rezando es un recinto cerrado, una colina rodeada por un vallado de estacas, como si fuese un oratorio. Dicha colina aparece horadada por una cueva, en cuyo interior se adivina una especie de cofre. La disposición de la puerta del vallado, que aparece flanqueada por dos pequeños troncos de olivo a modo de columnas, apenas deja entrever el cofre que se oculta en el interior. Esta composición nos recuerda el emblema del escudo oficial del Reino de Granada, una fruta madura de granada, por cuya corteza resquebrajada se pueden atisbar los granos que contiene en su interior.
Pero hay un detalle de lo más significativo. Como se puede comprobar, el olivo que flanquea la parte derecha del cuadro está perfectamente podado y talado -la palabra talar, en Andalucía, se emplea para describir los trabajos de aserrado de ramas de olivo demasiado gruesas para ser podadas con tijera-; mientras que el de la izquierda está bravío, con demasiado follaje como para que dé un fruto de calidad. De igual modo, de los pies de las estacas del vallado de la parte izquierda surgen vástagos o chupones de olivo, mientras que en el vallado de la derecha, tales chupones han sido podados. Lo que nos llama la atención es que tales chupones o vástagos también son conocidos con el nombre de sierpes, de modo que el que poda tales sierpes se puede considerar un serpentario, el nombre por el que es conocida también la constelación de Ofiuco.
Lo que tal imagen nos sugiere a nosotros es que, de la parte derecha del mundo, es decir, del Oriente, viene la mano que podará las sierpes, la naturaleza inculta, en el sentido de agreste y no cultivada, del hombre occidental.